miércoles, 9 de julio de 2008

Llamada nocturna (4ta. parte)

"If life has no purpose, then you're already dead."

Kiba (Wolf's Rain)


Pues después de un rato, finalmente me he dado el tiempo de terminar de corregir otro pedazo de este pequeño relato. En realidad he estado haciendo tiempo porque he estado escribiendo demasiadas tonterías últimamente. Afortunadamente el Word 2007 hace bastante mas facil la tarea de corregir horrores en el escrito.

Espero que mis pocos lectores no se aburran de esperar. Solo les recuerdo que la paciencia es una virtud (y lo dice el impaciente xP).

Los dejo con estas lineas para que les hechen un ojo.

Saludos y bendiciones para todos. Cuidense mucho.

~ * ~

“Lo siento mucho, tuve un mal sueño y...” Laura continuaba disculpándose cuando Raúl le interrumpió.

“¿Estas bien? Te ves muy cansada.”

Él la había visto soportando su titánica carga en muchas ocasiones. Desde que Laura había llegado a vivir a aquel complejo de departamentos ella había sobresalido de entre el común de los habitantes de aquel lugar por el inusual orden de sus hábitos.

Raúl había estado trabajando como guardia en el turno de noche cuando ella se mudo al edificio. Sabía que era una mujer soltera con hábitos poco comunes. No necesito mucho tiempo para enterarse de que trabajaba en algunos proyectos para el gobierno, y que su ritmo de trabajo a veces era exagerado.

En un inicio se había sorprendido verla salir antes de que saliera el Sol y volver, en ocasiones, a la mitad de su turno la noche siguiente; para repetir el ciclo nuevamente. En ese entonces creyó que se trataba de un estilo de vida sumamente intenso donde él la imaginaba llegando a trabajar muy temprano para que le rindiera el día. Saliendo de trabajar se reuniría a compartir un café con sus amigas, o asistiría como buena parroquiana de algún club deportivo para quemas las energías sobrantes. Después se daría un buen baño para ir a encontrarse con su novio. Irian a cenar o a bailar a alguno de los lugares de moda, o ambos. No le parecería extraño, después de todo era una muchacha joven y hermosa, con un estilo de vida bastante ocupado.

Si le hubieran preguntado, el hubiera dicho que con cinco años menos y sin esposa no habría dudado en invitarla a salir. Sin embargo, a medida que pasaron los meses y los turnos iban alternándose descubrió que ella no era del tipo de mujeres de club social, ni mucho menos que viviera en juerga cinco días a la semana.

Después de unas cuantas semanas, la Srit. Harty era una excepción al común de los ocupantes de aquellos departamentos. No solo por su peculiar ritmo de vida, sino también por la forma en que trataba a los guardias y a las demás personas que trabajaban en el edificio.

Un día sin pensarlo Raúl se había encontrado platicando con ella. Le sorprendió bastante que aprovechara aquel momento para obligarlo a llamarla por su primer nombre. El sabía que su posición requería que se dirigieran a las personas con la debida propiedad, pero ella lo obligo a costa de las burlas de su compañero. En aquel momento descubrió que Laura tenía ese Don para romper las barreras que existían entre las clases sociales, o mejor dicho, causadas por los perjuicios de las personas. Cuando él se percato de este detalle se dio cuenta de cómo incluso el trato entre algunos de sus compañeros de trabajo había cambiado desde que ella había hecho su aparición en el 1 8 4.

“Estoy bien”, respondió Laura mientras él le ayudaba a ponerse de pie, “nada que un poco de café no pueda solucionar”.

Sabía que no era cierto. Vio a la pobre muchacha que apenas podía sostenerse, como si fuera una muñeca de trapo. Algo no estaba bien para haberla sacado de la cama a esas horas de la madrugada. Los últimos días la había visto bastante distraída, y ella le había confesado que estaba preparando una entrega importante. Desde su particular punto de vista su estado de ánimo era bueno pese a que apenas habría pasado unas 10 horas en su departamento en los últimos cuatro días. Pero esta vez era diferente, vio en el rostro cansado de la pobre muchacha una mirada desorientada y un tanto distraída.

No podía evitar su preocupación por ella. Con un gesto inconsciente la rodeo con un brazo protector mientras la acompañaba hasta su auto. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo tuvo que contenerse para no dejarla caer. Entonces le pregunto un poco vacilante.

“Tu automóvil está listo, ¿quieres que te ayude a preparar el control de navegación?”
Sabía de antemano que la respuesta a dicha pregunta, y se disponía a ayudarla a subir. Pero ella permaneció en silencio un momento, como si reflexionara la respuesta.

“Si, por favor”, por un instante quedo petrificado en su lugar mientras se quedo viendo como se aproximaba al vehículo.

Era la primera vez que ella aceptaba que le ayudara. «Definitivamente algo no anda bien», se dijo a sí mismo. Pero antes de que pudiera preguntar qué ocurría ella saco su computadora de bolsillo y se la entrego para que descargara la ruta la computadora del automóvil. Le tomo solo un minuto preparar el control de navegación, y ayudarla a subir al asiento del pequeño automóvil de dos asientos.

“Le he programado una alarma a cinco minutos de su destino. Intenta descansar un poco en el camino.” Era más que una sugerencia un consejo. Nunca le había visto en tal estado, su rosto estaba pálido y su mirada perdida parecía que le observaba. Pero él sintió que más que observarlo a él pasaba a través de él y se perdía en otro lugar; en otro momento en el tiempo y el espacio.

Ella asintió y le dio las gracias con una sonrisa forzada en el rostro de una mujer asustada. Finalmente cerró la puerta del compacto y se hizo a un lado para ver como Laura Harty salía del estacionamiento.

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