"...Que aquí hay 15 millones de peso, del pueblo.
No es mío ¡he! No los tengo yo...
...¡Y me vale madres!"
El Gober Emilio González Márquez.
No es mío ¡he! No los tengo yo...
...¡Y me vale madres!"
El Gober Emilio González Márquez.
Cuando uno se encuentra agobiado pensando cómo no ir a regarla, a veces parece de lo más común encontrarse algunas de esas geniales muestras del ingenio del H. departamento de Obras Públicas, y/o de la siempre respetable Secretaria de Comunicaciones y Transportes. No generalizo, pero aquí en Jalisco tienen ese don para hacer cosas increíbles.
Iba un Massusillo muy contentirijillo caminando rumbo al banquirijillo. Sabía que debía darse prisa para que no se le hiciera tarde, pues el pan para el bruschette estaba en el horno. Iba andando a paso veloz al ritmo de Gekidou (de UVERworld) que sonaba a todo volumen en sus audífonos.
Llegando al crucerídijillo donde habían hecho algunas modificacioncillas algunos mesesirijillos atrás el Massusillo se percato de que había un flujillo bastante abundantillo de vehiculillos en la avenidilla que le separaba de su destino. De modo que decidió aguardar a que el alegre semaforidijillo peatonal le indicara cual era su turno de avanzar.
Y vio pasar automóviles que iban de aquí para allá. Y vio pasar camiones que iban de allí para acá. Y vio como el alegre transito circulaba en todas las direcciones permisibles en aquel soleado crucero, cuando súbitamente se percató de que aquella indicación del semáforo peatonal continuaba mostrando aquella acusadora y flamigerante figura humana de color rojo que se burlaba de su inocencia mientras aguardaba a que llegara su turno para atravesar la transitada avenida.
Suficiente de historias felices (que de cualquier modo no era tan feliz). Si preguntan cómo termino el cuento, Massú acabo recurriendo al milenario arte del toreo de carros para después hacer una aburrida cola de 40 minutos en el Bancomer y emprender el camino de regreso. En fin, después de todas las jaladas que me ha tocado ver, creo que esta está entre las más sutiles que he visto. Es una lástima que no tuve tiempo para tomarle video a esta obra de arte en el aprovechamiento de recursos municipales.
En fin, quejas perdidas en la infinidad del ciberespacio. Reportó para ustedes +Su, en esta nueva emisión de Dilemas del hoyo.
Iba un Massusillo muy contentirijillo caminando rumbo al banquirijillo. Sabía que debía darse prisa para que no se le hiciera tarde, pues el pan para el bruschette estaba en el horno. Iba andando a paso veloz al ritmo de Gekidou (de UVERworld) que sonaba a todo volumen en sus audífonos.
Llegando al crucerídijillo donde habían hecho algunas modificacioncillas algunos mesesirijillos atrás el Massusillo se percato de que había un flujillo bastante abundantillo de vehiculillos en la avenidilla que le separaba de su destino. De modo que decidió aguardar a que el alegre semaforidijillo peatonal le indicara cual era su turno de avanzar.
Y vio pasar automóviles que iban de aquí para allá. Y vio pasar camiones que iban de allí para acá. Y vio como el alegre transito circulaba en todas las direcciones permisibles en aquel soleado crucero, cuando súbitamente se percató de que aquella indicación del semáforo peatonal continuaba mostrando aquella acusadora y flamigerante figura humana de color rojo que se burlaba de su inocencia mientras aguardaba a que llegara su turno para atravesar la transitada avenida.
Suficiente de historias felices (que de cualquier modo no era tan feliz). Si preguntan cómo termino el cuento, Massú acabo recurriendo al milenario arte del toreo de carros para después hacer una aburrida cola de 40 minutos en el Bancomer y emprender el camino de regreso. En fin, después de todas las jaladas que me ha tocado ver, creo que esta está entre las más sutiles que he visto. Es una lástima que no tuve tiempo para tomarle video a esta obra de arte en el aprovechamiento de recursos municipales.
En fin, quejas perdidas en la infinidad del ciberespacio. Reportó para ustedes +Su, en esta nueva emisión de Dilemas del hoyo.
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